Entre las causas que lo originan se encuentran:

• La flora bacteriana
• El estrés biomecánico que genera la masticación, especialmente si la colocación del implante no es la correcta
• Factores de riesgo como el el tipo de superficie del implante, la mala calidad del hueso de soporte, una mala higiene oral, o el consumo de tabaco

En la actualidad, se estima que entre el 30% y el 40% de los implantes puede estar afectado por periimplantitis.

Síntomas de la periimplantitis

Los síntomas que presentan los pacientes con periimplantitis suelen ser:  

• Inflamación y enrojecimiento de la mucosa periimplantaria
• En ocasiones, sangrado durante la evaluación de los tejidos gingivales 
• Ciertas molestias al apretar los dientes
• En ciertos casos, supuración purulenta
• Pérdida de masa ósea, que se puede llegar a percibir en las pruebas radiológicas
• Movilidad del implante en situaciones en las que la enfermedad se presenta en un estado avanzado de desarrollo

¿Cómo se trata la periimplantitis?

Hasta hace unos años, cuando aparecía este problema, la única solución era retirar el implante. Por suerte, hoy en día existen diferentes alternativas para mejorar las condiciones del implante, salvarlo y restaurar los tejidos sin necesidad de quitarlo.

Los últimos avances en este ámbito ofrecen alternativas terapéuticas basadas en lo que se conoce como desbridamiento subgingival o raspado subgingival, que consiste en la separación del tejido gingival por medios mecánicos o manuales para eliminar la inflamación y restaurar el tejido. No obstante el tratamiento dependerá del grado de desarrollo de la periimplantitis.

Lo principal es eliminar la placa bacteriana acumulada en la superficie del implante o, en los casos más severos, sustituir el hueso dañado para evitar que la enfermedad se propague.